La calefacción por suelo radiante es una opción popular en nuevos proyectos de construcción, ya que proporciona una distribución uniforme del calor y un confort térmico excepcional. Para aprovechar al máximo este sistema eficiente de calefacción, es esencial realizar una instalación cuidadosa y planificada.
Antes de comenzar la instalación, es crucial realizar una planificación detallada y un diseño preciso del sistema de suelo radiante. Esto implica determinar las zonas de calefacción, calcular la carga térmica de cada espacio y seleccionar el tipo de suelo radiante más adecuado (hidráulico o eléctrico). Además, se debe considerar la compatibilidad del suelo radiante con el tipo de suelo y las características estructurales del edificio.
Existen dos tipos principales de sistemas de suelo radiante: hidráulico y eléctrico. El sistema hidráulico utiliza agua caliente que circula a través de tubos instalados en el suelo, mientras que el sistema eléctrico utiliza cables o láminas calefactoras. La elección entre ambos dependerá de factores como el presupuesto, la eficiencia energética y las preferencias del propietario.
Una vez que el sistema de suelo radiante está instalado, se procede a conectarlo a la fuente de calor. En el caso de un sistema hidráulico, se conectan los tubos a una caldera o un sistema de calefacción central. Para el sistema eléctrico, se conectan los cables a un termostato y, eventualmente, a la red eléctrica. Es fundamental asegurarse de que todas las conexiones estén bien selladas y funcionen correctamente.
Antes de instalar el sistema de suelo radiante, es necesario preparar adecuadamente el subsuelo. Esto implica asegurarse de que la superficie sea nivelada, limpia y libre de escombros. En casos de instalación en nuevos proyectos, se recomienda la incorporación de una barrera de vapor para prevenir la infiltración de humedad desde el suelo.
La instalación real del sistema de suelo radiante varía según el tipo elegido. Para el sistema hidráulico, se colocan tubos o mangueras PEX en un patrón específico sobre el subsuelo y se fijan mediante grapas o placas de suelo radiante. Por otro lado, el sistema eléctrico implica la instalación de cables o láminas calefactoras en el subsuelo. En ambos casos, es esencial seguir las especificaciones del fabricante y el diseño previamente elaborado.
Para maximizar la eficiencia del sistema de suelo radiante, es crucial instalar un adecuado aislamiento térmico. Este paso ayuda a dirigir el calor hacia arriba, evitando pérdidas innecesarias hacia el subsuelo. Los materiales aislantes, como paneles de espuma rígida, se colocan debajo del sistema de suelo radiante, asegurando que el calor se distribuya eficientemente en el espacio habitable.